jueves, 31 de julio de 2008


Ensayo No.1 para obtener un Pensamiento Múltiple, Diverso, Frágil, Intuitivo y Ambiguo


20 de julio de 2008

Inicio la escritura de este texto a pocas horas de iniciarse la gran marcha nacional por la libertad y paz de Colombia; el evento ha sido convocado masivamente por los medios de comunicación, los que también buscan que éste se extienda a las comunidades patrióticas que residen en el extranjero. En varias ciudades la manifestación finalizará con un concierto de algunos de los intérpretes más destacados en el ámbito internacional, ellos junto al pueblo colombiano, buscarán unir sus voces por la causa mencionada aprovechando y dando un nuevo sentido a la fecha conmemorativa de la independencia del país, fijada históricamente el 20 de julio de 1810. La celebración tendrá su punto más álgido en Leticia, ciudad capital del departamento del Amazonas, donde se reunirá el presidente Álvaro Uribe con otras personalidades del gobierno actual, y algunos de los soldados que recientemente fueron liberados de su condición de secuestro.

El grupo de investigación en danza sobre prácticas entre la tradición y la contemporaneidad, busca generar nuevas formas de lectura sobre los procesos que han constituido y constituyen hoy el mapa dancístico del país, que entre otros intereses, trabaja en la búsqueda de elementos que ayuden a sustentar el hasta ahora inexistente Plan Nacional para la Danza. Quizá la principal inquietud, surgida a un mes de iniciados los encuentros del grupo, tiene que ver con la manera en que podríamos entender la cultura no solo en términos de multiplicidad sino también de movilidad, en un país que parece necesitar más que nunca la identificación nacional como estrategia de fortalecimiento contra la guerra, hecho que también hace parte de la historia sobre sus tradiciones.

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Identificación, un complejo mecanismo cuyo nivel de presencia o ausencia coloca al sí mismo en inminente tensión frente a los otros. ¿Cómo no sentirse llamado a la pertenencia de una comunidad?, ¿cómo no hacerlo a través de los contenidos de sus materias sígnicas y afectivas?; nuestro deseo opera de una u otra forma en relación a dichos sentidos de subjetivación, y de muchas formas ello nos permite construirnos y situarnos, pero en términos espaciales, la sentencia que acabo de escribir posee una sola dirección tanto en el eje horizontal como en el vertical, me refiero a la ubicación -delimitación de un territorio y a las funciones edificadoras que sobre éste se ejercen; allí es pues donde a mi deseo le interesa problematizar a través de los dispositivos cartográficos, del pensamiento archipiélago, del pensamiento de rastro y otros, a los que en este periodo nos hemos acercado dentro del grupo de investigación.

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Pienso nuevamente en el valor que posee la continua afirmación y declaración de la identidad colombiana (hablo de lo que oigo y veo en los medios y en alguna gente a mi alrededor) y me pregunto si existen señales de lo que, para Edouard Glissant sería una cultura con preponderancia atávica; a pesar de todas las contradicciones intrínsecas creo que sí, Colombia se encuentra en un momento especial de remodelación atávica, esto es, de redefinición en la defensa de su territorio como territorio legítimo, y lo viene haciendo dentro de un marco muy complejo que, gracias a esfuerzos políticos, institucionales, académicos, etc., le han otorgado una nueva perspectiva al país a través de un reconocimiento a la diversidad de los pueblos y culturas que habitan en él.

Hasta aquí los meritos son grandes, pero a mi modo de ver el proceso corre un riesgo de doble filo, el primero relacionado con la localización (estabilización geográfica) de tales expresiones culturales, y el segundo, y creo que el más peligroso, el achatamiento de de lo múltiple y lo diverso como consignas puramente conceptuales, incluso propagandísticas a nivel político, que de dicha manera le restan toda su posibilidad como formas reales de pensamiento y experiencia, apareciendo más dentro de un marco afectivo de tolerancia e inclusión, que en uno práctico-ético de mutabilidades y desplazamientos identitarios.

Además del reconocimiento de esa diversidad inscrita en las fronteras geográficas - estatales del país, es necesario comprender que dichas manifestaciones regionalmente representativas provienen de criollizaciones, son conjunciones y compartición de flujos entre formas heterogéneas, surgidas espontáneamente y sin previsión como conjuros ante un medio adverso (dentro de contextos de una u otra forma violentos, según Gissant y Benites Rojo); y que su identificación, clasificación y fijación como expresiones de lo tradicional, de lo popular, del folclor, de lo moderno, etc., se ha realizado a través de filtros casi siempre externos a la propia práctica. De igual manera se hace evidente que el movimiento permanece, que los procesos de criollización continúan abriéndose una y otra vez a nuevas posibilidades, de manera aún más veloz dadas las condiciones contemporáneas de lo mediático, con intensidades y actitudes relacionadas a su medio ambiente, el hermoso caos (Glissant) del mundo globalizado, pero con mecanismos sociales de generación expresiva muy similares a los de otros momentos construidos por la historia.

Todo ello da cuenta de la inagotable e impredecible creatividad de la producción y práctica cultural, y pienso que esta totalidad de ciertas maneras (Benites R.) de hacer deben ser reconocidas como constituyentes de la identidad de las culturas colombianas, pero sobre todo, considero que es importante el reconocimiento y la apropiación del proceso en que surge la cultura, no para olvidar o dar por hecho las formas ya producidas en pos de la innovación exaltada por el capitalismo, sino en pro de una riqueza expuesta hacia al infinito de las posibilidades de producción y creación de formas particulares y colectivas de existencia.


Z. N.


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